¿Qué diablos es el arte?*

Eso que nos roza con violencia desde los objetos artísticos es una ausencia presente, un maravilloso agregado intangible que enriquece nuestras vidas. Aunque poco podamos saber sobre su naturaleza.

* 1 de junio de 2008.

El tiempo de Borges *

El misterio que anima el mundo es reiteradamente perseguido en la literatura de Borges. Lo que maravilla es su claridad para enfrentarlo, su decisión de no consentir que la oscuridad del misterio se traslade a la formulación del mismo. Doblemente comprometido con la poesía y la razón, con la magia y el logos, el decir de Borges tiene la libertad del juego y el rigor del geómetra. También por esto resulta ingrata la tarea de bosquejar sus argumentos en torno del tiempo, porque al formularlos descarnadamente quizás Borges esté ausente, tal vez la sensación de haber rozado lo absoluto que nos dan sus páginas no tolere otra expresión que aquella en que nació.

* 24 de agosto de 1969.

Los experimentos de Milgram *

No es tan fácil hacerse ilusiones, luego de las experiencias de Milgram, sobre las bondades de la condición humana. Es preciso tener presente que en nosotros habitan impulsos destructivos; que la propensión a obedecer debe ser revisada. En suma, que debemos preguntarnos siempre por la legitimidad moral de la conducta que se nos pide o que nosotros mismos nos imponemos.

* 24 de mayo de 1987.

Zorros y erizos *

¿Cómo no tentarse y aceptar que los genocidios comunistas, nazis, fascistas o islámicos son el mal objetivo que ninguna conciencia moral civilizada puede convalidar? Pero lo cierto es que esos genocidios ocurrieron y siguen ocurriendo. ¿Acaso podemos negar que los autores y cómplices de esos genocidios  lo hacían pensando en un bien objetivo, “natural”, “verdadero”? ¿Cómo conciliar la historia humana con la presunta moral unificada que la sustenta desde el bien vivir cuando somos testigos reiterativos de la multiplicidad de modos de entender el bien vivir?

Borges decía que debemos construir sobre piedra, aun sabiendo que es sólo arena. Dworkin nos propone un orden justo para erizos, aún sabiendo que somos zorros. ¿Cómo no tentarse en seguir ambos consejos desde lo mejor de la  cultura civilizada a que pertenecemos?

* 16 de noviembre de 2014.

De la finitud *

De la finitud es la última obra del premio Nobel Günter Grass. Se trata de escritos breves ilustrados por su autor, aforismos en muchos casos, que arrojan una mirada poética, escéptica, irónica a veces, sobre la caducidad de la vida. Transcribo este ejemplo del estrago de los años (diría Borges) que revela al autor como testigo por momentos lúcido de la erosión del tiempo sobre los días:

Ya no sé qué Yo / llenaba de palabras una hoja tras otra / y apenas sospecho de dónde venía la fuerza / que era objeto y manejable / para ser breve o prolijo en mis frases /… Esa es la suma. ¿Falta algo todavía / que pudiera importar tras el punto final?

No es un libro alentador para los años jóvenes, desde donde veíamos al tiempo como nuestro gran cómplice de los emprendimientos que asumíamos. Más bien es el examen del ánimo desde su ocaso y ante la amenaza severa del sinsentido.

* 30 de octubre de 2016.

¿Cómo hacer? *

¿De qué modo se puede sostener a pulso los tiempos de cada día cuando éstos han perdido su pulso, su empuje de cambio, de enredarse entre las cosas, modificarlas y hacer surgir así la fatiga satisfecha de labores hechas? Cuando el texto ha sido escrito, el muro elevado, los libros leídos, los senderos caminados ¿qué hacer con ellos? ¿Qué hacer con las cenizas del fuego que se fue? Cuando el mañana se abre como una rosa en la niebla, como un río arremansado en el cenagal de la llanura o una semilla en el hielo de las alturas, ¿cómo eludir la quietud mentirosa de un tiempo que sigue erosionando los minutos estériles?

Sometido por estas reflexiones paralizantes, ensayé verlo al día como venía: soleado, seco, cálido. Sentirlo como si fuera el primer día del verano con sus flamantes 28 grados. ¿Y si tomo mi bicicleta y salgo a su encuentro? ¿Resultará? ¿Hallaré algún rumbo en esa marcha? Hacía más de un año que no cabalgaba mi bicicleta

Bajé por el río, atravesé el bosque, vi al Sol oblicuo y al viento filtrarse por la arboleda, las hojas vencidas caían indecisas, llegué al pavimento y fui hasta Horco Molle. Me salió un gallo rojo, grande, vistoso y jactancioso a saludarme con cacareos como si nos conociéramos de años. Y hasta largó su canto como despedida cuando me alejé. Y un poco más arriba vi una plantación grande de durazneros, todos floridos.Y al regreso, todo bajada, vi en el bosque a dos zorzales que se bañaban gozosamente en un charco, con tanta energía los tipos.

No sé cómo, pero sentí renacerme siendo testigo de ese entorno de maravillas.

¿El mal metafísico curado tras una pedaleada? No lo creo, se trata de un mal recurrente, y cada quien debe hallar su bicicleta para combatirlo por unas horas. Ver amigos, cocinar, caminar, tantas son las huellas a recorrer para ver al mundo embriagante de sentido, acogedor y reconfortante.

* 21 de diciembre de 2014.

Adioses *

Quizás el mistolar cercano en  el cementerio de  Vinará envíe con el viento y  las aves sus semillas sobre el suelo en que estaré. No creo que me reciba otro lado (los sumerios lo llamaban,  “país del irás y no volverás”) no creo en el más allá, sólo espero el más aquí del gran silencio. ¿Pero qué importancia tiene lo que cree cada cual sobre este asunto? Lo haya o no lo haya, el país del irás y no volverás no será afectado por lo que creamos ni por las habladurías que lancemos sobre él con esa seguridad inoportuna que nos caracteriza.

Pero sí creo en las analogías de la metáfora: el mistolar sembrará mi suelo como sembré desde mis escritos a los prójimos que los leyeron. Como esas semillas amplié espacio y tiempo en el ánimo de mis lectores. ¿Inmortalidad? El mistolar la busca y la obtiene por tramos largos de tiempo y de territorio a los que no aspiro cumplir con la contundencia que él lo hace.

* 28 de octubre de 2018.